jueves, 10 de marzo de 2011

La habilidad para escuchar es parte integral del proceso de comunicación humana y la vía auditiva es el elemento fundamental en el proceso de adquisición del lenguaje y de todo tipo de aprendizajes; con justa razón Aristóteles desde tiempos antiguos decía "el oído es el órgano de la educación". El lenguaje es una vía de comunicación que permite percibir y participar.
Es por esto que la pérdida auditiva trae consigo consecuencias negativas en el desarrollo del lenguaje expresivo y compresivo, cognitivo, social, emocional y de auto imagen, como lo afirman Yoshinaga, cols. (1998) y Moeller (2000), si existe una detección temprana de la pérdida auditiva, mayores opciones tienen los niños de recibir un tratamiento adecuado y precoz, lo que les permitirá desarrollar buenas capacidades comunicativas, resultando esencial para adquirir educación y desenvolvimiento social.
Por otra parte si el trastorno auditivo se detecta en forma tardía, las oportunidades de una intervención y habilitación se reducen en forma considerable. Según Yoshinaga (1998), la edad ideal para recibir intervención es antes de los seis meses, puesto que la etapa crítica del desarrollo integral del niño son los tres primeros años de vida y es aqui donde juega un papel importante la audiometría.